sábado, 11 de diciembre de 2010

Deborah 1 - HTML 0

Para una práctica de la asignatura de Tecnología de la Información me he sumergido en el complicado pero útil mundo de la edición en formato HTML.
Debo admitir que me ha costado bastante y entre suspiros de desesperación no podía dejar de pensar en lo fácil que es redactar hoy en día a través de las plantillas que vienen ya listas en todas las plataformas.
Pero también hay de recordar que el HTML es la base de la edición web y la importancia de saber manejarse en ello aunque sea de la forma más básica.
A la hora de elegir el tema para el contenido de mi práctica, pensé directamente en el conmovedor discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura del "ciudadano del mundo" (como se define él mismo) Mario Vargas Llosa.
En la espera de tener acreditaciones para este tipo de ceremonias, he tenido la suerte de ver la retransmisión en directo por el canal de CNN+.
Cuarenta y ochos son los minutos que duró esta lección de humanidad. El mismo tiempo que me quede de pie al lado del sofá, incapaz de apartar la mirada de la pantalla. Creo que hasta se me olvidó parpadear, por miedo a perderme un fragmento de este Elogio a la lectura y la ficción.














Mario Vargas Llosa Premio Nobel de Literatura 2010

























Aqui os dejo el texto del discurso de aceptacion del Premio Nobel de Literatura 2010 de Mario Vargas Llosa.

El genial escritor y ahora galardonado nos entrega una pieza que podria convertirse en un clasico en materia de elogio a la literatura.
Al igual que el arte que sublima, las palabras de Vargas Llosa entremezclan la realidad mas actual con temas universales que desde siglos atormentan al ser humano.

Los elementos claves para dar el paso a la posteridad.


Deborah Benhamou




Mario Vargas Llosa:
Elegio de la lectura y la ficcion.

Discurso Nobel
7 diciembre de 2010









Aprendi a leer a los cinco anos, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). 
Es la cosa mas importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta anos despues recuerdo con nitidez como esa magia, traducir 
las palabras de los libros en imagenes, enriquecio mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiendome viajar
 con el capitan Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a D Artagnan, Athos, Portos y Aramis contra las intrigas que
 amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entranas de Paris, convertido en Jean Valjean, con 
el cuerpo inerte de Marius a cuestas. 
La lectura convertia el sueno en vida y la vida en sueno y ponia al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. 
Mi madre me conto que las primeras cosas que escribi fueron continuaciones de las historias que leia pues me apenaba que se terminaran
 o queria enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras 
crecia, maduraba y envejecia, las historias que llenaron mi infancia de exaltacion y de aventuras. Me gustaria que mi madre estuviera 
aqui, ella que solia emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y tambien el abuelo Pedro, de gran 
nariz y calva reluciente, que celebraba mis versos, y el tio Lucho que tanto me animo a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque 
la literatura, en aquel tiempo y lugar, alimentara tan mal a sus cultores. 
Toda la vida he tenido a mi lado gentes asi, que me querian y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y,
 sin duda, tambien, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasion, vicio y maravilla 
que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario 
lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectaculo pasajero. 

No era facil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imagenes desfallecian. 
Como reanimarlos? Por fortuna, alli estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseno que el talento
 es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma la escritura y la estructura lo que engrandece o empobrece 
los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el numero y la ambicion son tan importantes en una
 novela como la destreza estilistica y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro,
 un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una 
literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroismo y la epica cabian en la actualidad tanto como en el tiempo de 
los argonautas, la Odisea y la Iliada. 
Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirian en la oscuridad. Son innumerables. 
Ademas de revelarme los secretos del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazanas y horrorizarme
 con sus desvarios. Fueron los amigos mas serviciales, los animadores de mi vocacion, en cuyos libros descubri que, aun en las peores 
circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera solo porque sin la vida no podriamos leer ni fantasear historias.
 
Algunas veces me pregunte si en paises como el mio, con escasos lectores y tantos pobres, analfabetos e injusticias, donde la cultura 
era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista. Pero estas dudas nunca asfixiaron mi vocacion y segui siempre escribiendo,
 incluso en aquellos periodos en que los trabajos alimenticios absorbian casi todo mi tiempo. Creo que hice lo justo, pues, si para que la
 literatura florezca en una sociedad fuera requisito alcanzar primero la alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no 
hubiera existido nunca. Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formo, a los deseos y anhelos que inspiro, al desencanto
 de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasia, la civilizacion es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron
 a humanizar la vida con sus fabulas. 
Seriamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leimos, mas conformistas, menos inquietos e insumisos y el espiritu critico, motor 
del progreso, ni siquiera existiria. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. 
Quien busca en la ficcion lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para
 colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condicion humana, y que deberia ser mejor. 
Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisieramos tener cuando apenas disponemos de una sola. 
Sin las ficciones seriamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se 
convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideologia o una religion. 
Quienes dudan de que la literatura, ademas de sumirnos en el sueno de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de 
opresion, preguntense por que todos los regimenes empenados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, 
la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. 
Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginacion discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones 
cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real.
 Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfaccion, mostrando que el mundo esta mal hecho, 
que la vida de la fantasia es mas rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobacion, si echa raices en la sensibilidad y la conciencia, 
vuelve a los ciudadanos mas dificiles de manipular,de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, 
inquisidores y carceleros viven mas seguros y mejor. 

La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciendonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas,
 creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitan Ahab en el mar, se encoge 
el corazon de los lectores identicamente en Tokio, Lima o Tombuctu. Cuando Emma Bovary se traga el arsenico, Anna Karenina se arroja al 
tren y Julien Sorel sube al patibulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulperia de la pampa a enfrentarse 
al cuchillo de un maton, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Paramo, estan muertos, el estremecimiento es 
semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Ala o es un agnostico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas.
La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia,
las ideologias, las religiones, los idiomas y la estupidez. 
Como todas las epocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanaticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie 
convencida de que matando se gana el paraiso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone 
la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables victimas son inmoladas cada dia en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores
de verdades absolutas. Creiamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, 
se impondrian y el mundo dejaria atras los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido.
 Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicacion de armas de destruccion masiva, no se puede excluir que 
cualquier grupusculo de enloquecidos redentores provoque un dia un cataclismo nuclear. 
Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crimenes retumbe por todo el planeta y nos
abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando
 en la larga hazana de la civilizacion. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo politico, 
la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la critica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo 
aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercandonos aunque nunca llegaremos a alcanzarla a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura,
 aquella que solo inventandola, escribiendola y leyendola podemos merecer. 
Enfrentandonos a los fanaticos homicidas defendemos nuestro derecho a sonar y a hacer nuestros suenos realidad. 

En mi juventud, como muchos escritores de mi generacion, fui marxista y crei que el socialismo seria el remedio para la explotacion y las injusticias 
sociales que arreciaban en mi pais, America Latina y el resto del Tercer Mundo. 
Mi decepcion del estatismo y el colectivismo y mi transito hacia el democrata y el liberal que soy que trato de ser fue largo, dificil, y se llevo a 
cabo despacio y a raiz de episodios como la conversion de la Revolucion Cubana, que me habia entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical 
de la Union Sovietica, el testimonio de los disidentes que conseguia escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasion de Checoeslovaquia por los 
paises del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean- Francois Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper, a quienes debo mi revalorizacion 
de la cultura democratica y de las sociedades abiertas. Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardia cuando la intelligentsia de Occidente parecia, 
por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo sovietico, o, peor todavia, al aquelarre sanguinario de la revolucion cultural china. 

De nino sonaba con llegar algun dia a Paris porque, deslumbrado con la literatura francesa, creia que vivir alli y respirar el aire que respiraron Balzac, 
Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaria a convertirme en un verdadero escritor, que si no salia del Peru solo seria un seudo escritor de dias domingos y 
feriados. Y la verdad es que debo a Francia, a la cultura francesa, ensenanzas inolvidables, como que la literatura es tanto una vocacion como una disciplina, 
un trabajo y una terquedad. Vivi alli cuando Sartre y Camus estaban vivos y escribiendo, en los anos de Ionesco, Beckett, Bataille y Cioran, del descubrimiento 
del teatro de Brecht y el cine de Ingmar Bergman, el TNP de Jean Vilar y el Odeon de Jean Louis Barrault, de la Nouvelle Vague y le Nouveau Roman y los discursos, 
bellisimas piezas literarias, de Andre Malraux, y, tal vez, el espectaculo mas teatral de la Europa de aquel tiempo, las conferencias de prensa y los truenos 
olimpicos del General De Gaulle. 
Pero, acaso, lo que mas le agradezco a Francia sea el descubrimiento de America Latina. Alli aprendi que el Peru era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban
 la historia, la geografia, la problematica social y politica, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribia. Y que en esos mismos anos
 producia una literatura novedosa y pujante. Alli lei a Borges, a Octavio Paz, Cortazar, Garcia Marquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, 
Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua espanola y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo 
descubrian que America Latina no era solo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo
 y el chachacha, sino tambien ideas, formas artisticas y fantasias literarias que trascendian lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal.
De entonces a esta epoca, no sin tropiezos y resbalones, America Latina ha ido progresando, aunque, como decia el verso de Cesar Vallejo, todavia Hay, 
hermanos, muchisimo que hacer. 
Padecemos menos dictaduras que antano, solo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de 
Bolivia y Nicaragua. Pero en el resto del continente, mal que mal, la democracia esta funcionando, apoyada en amplios consensos populares,
 y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Peru, Colombia, Republica Dominicana, 
Mexico y casi todo Centroamerica, respetan la legalidad, la libertad de critica, las elecciones y la renovacion en el poder. 
Ese es el buen camino y, si persevera en el, combate la insidiosa corrupcion y sigue integrandose al mundo, America Latina dejara por fin de ser el continente 
del futuro y pasara a serlo del presente. 

Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte. En todos los lugares donde he vivido, en Paris, en Londres, en Barcelona, 
en Madrid, en Berlin, en Washington, Nueva York, Brasil o la Republica Dominicana, me senti en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podia vivir 
en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir. 
No me parece que haberme convertido, sin proponermelo, en un ciudadano del mundo, haya debilitado eso que llaman las raices, mis vinculos con mi propio 
pais lo que tampoco tendria mucha importancia, porque, si asi fuera, las experiencias peruanas no seguirian alimentandome como escritor y no asomarian 
siempre en mis historias, aun cuando estas parezcan ocurrir muy lejos del Peru. Creo que vivir tanto tiempo fuera del pais donde naci ha fortalecido 
mas bien aquellos vinculos, anadiendoles una perspectiva mas lucida, y la nostalgia, que sabe diferenciar lo adjetivo y lo sustancial y mantiene reverberando 
los recuerdos. El amor al pais en que uno nacio no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier otro amor, un movimiento espontaneo del corazon, 
como el que une a los amantes, a padres e hijos, a los amigos entre si.

Al Peru yo lo llevo en las entranas porque en el naci, creci, me forme, y vivi aquellas experiencias de ninez y juventud que modelaron mi personalidad, 
fraguaron mi vocacion, y porque alli ame, odie, goce, sufri y sone. Lo que en el ocurre me afecta mas, me conmueve y exaspera mas que lo que sucede en otras 
partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es asi. Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadania cuando, 
durante la ultima dictadura, pedi a los gobiernos democraticos del mundo que penalizaran al regimen con sanciones diplomaticas y economicas, como lo he hecho 
siempre con todas las dictaduras, de cualquier indole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistan, la de los imanes de Iran, la 
del apartheid de Africa del Sur, la de los satrapas uniformados de Birmania (hoy Myanmar). Y lo volveria a hacer manana si el destino no lo quiera y los peruanos 
no lo permitan el Peru fuera victima una vez mas de un golpe de estado que aniquilara nuestra fragil democracia. Aquella no fue la accion precipitada y pasional 
de un resentido, como escribieron algunos poligrafos acostumbrados a juzgar a los demas desde su propia pequenez. Fue un acto coherente con mi conviccion de que 
una dictadura representa el mal absoluto para un pais, una fuente de brutalidad y corrupcion y de heridas profundas que tardan mucho en cerrar, envenenan su futuro 
y crean habitos y practicas malsanas que se prolongan a lo largo de las generaciones demorando la reconstruccion democratica. 

Por eso, las dictaduras deben ser combatidas sin contemplaciones, por todos los medios a nuestro alcance, incluidas las sanciones economicas. 
Es lamentable que los gobiernos democraticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizandose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, 
o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. 
Aquellos valientes, luchando por su libertad, tambien luchan por la nuestra. Un compatriota mio, Jose Maria Arguedas, llamo al Peru el pais de todas las sangres. 
No creo que haya formula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y 
culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mi me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispanicas que fabricaron los tejidos y mantos de 
plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimu, 
Chan Chan, Kuelap, Sipan, las huacas de La Bruja y del Sol y de la Luna, y de los espanoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, trajeron al Peru a Grecia, 
Roma, la tradicion judeo- cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y Gongora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con Espana 
llegara tambien el Africa con su reciedumbre, su musica y su efervescente imaginacion a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco descubrimos 
que el Peru, como el Aleph de Borges, es en pequeno formato el mundo entero. 
Que extraordinario privilegio el de un pais que no tiene una identidad porque las tiene todas! 
La conquista de America fue cruel y violenta, como todas las conquistas, desde luego, y debemos criticarla, pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron 
aquellos despojos y crimenes fueron, en gran nœmero, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los espanoles que fueron a America y alli se acriollaron, no los que se 
quedaron en su tierra. Aquellas criticas, para ser justas, deben ser una autocritica. Porque, al independizarnos de Espana, hace doscientos anos, quienes asumieron 
el poder en las antiguas colonias, en vez de redimir al indio y hacerle justicia por los antiguos agravios, siguieron explotandolo con tanta codicia y ferocidad 
como los conquistadores, y, en algunos paises, diezmandolo y exterminandolo. 
Digamoslo con toda claridad: desde hace dos siglos la emancipacion de los indigenas es una responsabilidad exclusivamente nuestra y la hemos incumplido. Ella sigue siendo
 una asignatura pendiente en toda America Latina. No hay una sola excepcion a este oprobio y verguenza. 

Quiero a Espana tanto como al Peru y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. 
Si no hubiera sido por Espana jamas hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaria en el 
limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso triste consuelo descubriria algun dia la posteridad. 
En Espana se publicaron todos mis libros, recibi reconocimientos exagerados, amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y tantos otros se desvivieron porque mis 
historias tuvieran lectores. Y Espana me concedio una segunda nacionalidad cuando podia perder la mia. 
Jamas he sentido la menor incompatibilidad entre ser peruano y tener un pasaporte espanol porque siempre he sentido que Espana y el Peru son el anverso y el reverso 
de una misma cosa, y no solo en mi pequena persona, tambien en realidades esenciales como la historia, la lengua y la cultura. 

De todos los anos que he vivido en suelo espanol, recuerdo con fulgor los cinco que pase en la querida Barcelona a comienzos de los anos setenta. 
La dictadura de Franco estaba todavia en pie y aun fusilaba, pero era ya un fosil en hilachas, y, sobre todo en el campo de la cultura, incapaz de mantener los 
controles de antano. Se abrian rendijas y resquicios que la censura no alcanzaba a parchar y por ellas la sociedad espanola absorbia nuevas ideas, libros, 
corrientes de pensamiento y valores y formas artisticas hasta entonces prohibidos por subversivos. Ninguna ciudad aprovecho tanto y mejor que Barcelona 
este comienzo de apertura ni vivio una efervescencia semejante en todos los campos de las ideas y la creacion. 
Se convirtio en la capital cultural de Espana, el lugar donde habia que estar para respirar el anticipo de la libertad que se vendria. Y, en cierto modo, fue tambien 
la capital cultural de America Latina por la cantidad de pintores, escritores, editores y artistas procedentes de los paises latinoamericanos que alli se instalaron, 
o iban y venian a Barcelona, porque era donde habia que estar si uno queria ser un poeta, novelista, pintor o compositor de nuestro tiempo. 
Para mi, aquellos fueron unos anos inolvidables de companerismo, amistad, conspiraciones y fecundo trabajo intelectual. Igual que antes Paris, Barcelona fue una 
Torre de Babel, una ciudad cosmopolita y universal, donde era estimulante vivir y trabajar, y donde, por primera vez desde los tiempos de la guerra civil, 
escritores espanoles y latinoamericanos se mezclaron y fraternizaron, reconociendose duenos de una misma tradicion y aliados en una empresa comun y una certeza: que el 
final de la dictadura era inminente y que en la Espana democratica la cultura seria la protagonista principal. 
Aunque no ocurrio asi exactamente,la transicion espanola de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos, un ejemplo de como, 
cuando la sensatez y la racionalidad prevalecen y los adversarios politicos aparcan el sectarismo en favor del bien comun, pueden ocurrir hechos tan prodigiosos como los 
de las novelas del realismo magico. 
La transicion espanola del autoritarismo a la libertad, del subdesarrollo a la prosperidad, de una sociedad de contrastes economicos y desigualdades tercermundistas a un 
pais de clases medias, su integracion a Europa y su adopcion en pocos anos de una cultura democratica, ha admirado al mundo entero y disparado la modernizacion de Espana. 
Ha sido para mi una experiencia emocionante y aleccionadora vivirla de muy cerca y a ratos desde dentro. Ojala que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y 
tambien de Espana, no estropeen esta historia feliz. 

Detesto toda forma de nacionalismo, ideologia o, mas bien, religion provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno 
prejuicios etnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontologico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. 
Junto con la religion, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerias de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangria actual del Medio Oriente. 
Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que America Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronomicos 
recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales. 
No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del otro, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la
 tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros suenos, paisaje familiar de geografias, seres queridos y ocurrencias que se
 convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. 

La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodicticos sobre los heroes emblematicos, sino un punado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos 
y los tinen de melancolia, la sensacion calida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver. 
El Peru es para mi una Arequipa donde naci pero nunca vivi, una ciudad que mi madre, mis abuelos y mis tios me ensenaron a conocer a traves de sus recuerdos y anoranzas, 
porque toda mi tribu familiar, como suelen hacer los arequipenos, se llevo siempre a la Ciudad Blanca con ella en su andariega existencia.
 Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban el pie ajeno lindo y triste apelativo, donde descubri que no 
eran las ciguenas las que traian los bebes al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. 
Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez vi subir al escenario una obrita escrita por mi. 
Es la esquina de Diego Ferre y Colon, en el Miraflores limeno la llamabamos el Barrio Alegre, donde cambie el pantalon corto por el largo, fume mi primer cigarrillo, 
aprendi a bailar, a enamorar y a declararme a las chicas. 
Es la polvorienta y temblorosa redaccion del diario La Cronica donde, a mis dieciseis anos, vele mis primeras armas de periodista, oficio que, con la literatura, 
ha ocupado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir mas, conocer mejor el mundo y frecuentar a gente de todas partes y de todos los registros, 
gente excelente, buena, mala y execrable. 
Es el Colegio Militar Leoncio Prado, donde aprendi que el Peru no era el pequeno reducto de clase media en el que yo habia vivido hasta entonces confinado
 y protegido, sino un pais grande, antiguo, enconado, desigual y sacudido por toda clase de tormentas sociales. 
Son las celulas clandestinas de Cahuide en las que con un punado de sanmarquinos preparabamos la revolucion mundial. 
Y el Peru son mis amigos y amigas del Movimiento Libertad con los que por tres anos, entre las bombas, apagones y asesinatos del terrorismo, trabajamos en 
defensa de la democracia y la cultura de la libertad. 

El Peru es Patricia, la prima de naricita respingada y caracter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 anos y que todavia soporta las manias, neurosis y 
rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caotico y no hubieran nacido Alvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis 
nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economia, pone orden en el caos, mantiene a raya 
a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me rine, 
me hace el mejor de los elogios: Mario, para lo unico que tu sirves es para escribir.

Volvamos a la literatura. 
El paraiso de la infancia no es para mi un mito literario sino una realidad que vivi y goce en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y 
companeros de colegio podiamos reproducir las historias de Tarzan y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murcielagos, sombras 
silentes que llenaban de misterio las nochesn estrelladas de esa tierra caliente. En esos anos, escribir fue jugar un juego que me celebraba la familia, una gracia que me 
merecia aplausos, a mi, el nieto, el sobrino, el hijo sin papa, porque mi padre habia muerto y estaba en el cielo. Era un senor alto y buen mozo, de uniforme de marino, 
cuya foto engalanaba mi velador y a la que yo rezaba y besaba antes de dormir. Una manana piurana, de la que todavia no creo haberme recobrado, mi madre me revelo que 
aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo dia nos iriamos a vivir con el, a Lima. 
Yo tenia once anos y, desde entonces, todo cambio. Perdi la inocencia y descubri la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. 

Mi salvacion fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde poda sentirme libre y volvia a ser feliz. 
Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasion prohibida. 
La literatura dejo de ser un juego. Se volvio una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razon de vivir. 
Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperacion, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo 
de fabulador ha sido la luz que senala la salida del tunel, la tabla de salvacion que lleva al naufrago a la playa. 
Aunque me cuesta mucho trabajo y me hace sudar la gota gorda, y, como todo escritor, siento a veces la amenaza de la paralisis, de la sequia de la imaginacion, 
nada me ha hecho gozar en la vida tanto como pasarme los meses y los anos construyendo una historia, desde su incierto despuntar, esa imagen que la memoria almaceno de 
alguna experiencia vivida, que se volvio un desasosiego, un entusiasmo, un fantaseo que germino luego en un proyecto y en la decision de intentar convertir esa niebla agitada 
de fantasmas en una historia. 

Escribir es una manera de vivir, dijo Flaubert. Si, muy cierto, una manera de vivir con ilusion y alegria y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras 
discolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficcion en ciernes y aplacar ese apetito voraz 
de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. 
Llegar a sentir el vertigo al que nos conduce una novela en gestacion, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actuan, 
piensan, sienten y exigen respeto y consideracion, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrio sin matarlos, 
sin que la historia pierda poder de persuasion, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer 
amada dias, semanas y meses, sin cesar. 

Al hablar de la ficcion, he hablado mucho de la novela y poco del teatro, otra de sus formas excelsas. Una gran injusticia, desde luego. 
El teatro fue mi primer amor, desde que, adolescente, vi en el Teatro Segura, de Lima, La muerte de un viajante, de Arthur Miller, espectaculo que me dejo traspasado de 
emocion y me precipito a escribir un drama con incas. Si en la Lima de los cincuenta hubiera habido un movimiento teatral habria sido dramaturgo antes que novelista. 
No lo habia y eso debio orientarme cada vez mas hacia la narrativa. Pero mi amor por el teatro nunca ceso, dormito acurrucado a la sombra de las novelas, como una 
tentacion y una nostalgia, sobre todo cuando veia alguna pieza subyugante. 
A fines de los setenta, el recuerdo pertinaz de una tia abuela centenaria, la Mamae, que, en los ultimos anos de su vida, corto con la realidad circundante para 
refugiarse en los recuerdos y la ficcion, me sugirio una historia. Y senti, de manera fatidica, que aquella era una historia para el teatro, que solo sobre un 
escenario cobraria la animacion y el esplendor de las ficciones logradas. 
La escribi con el temblor excitado del principiante y goce tanto viendola en escena, con Norma Aleandro en el papel de la heroina, que, desde entonces, entre novela 
y novela, ensayo y ensayo, he reincidido varias veces. Eso si, nunca imagine que, a mis setenta anos, me subiria (deberia decir mejor me arrastraria) a un escenario a actuar. 
Esa temeraria aventura me hizo vivir por primera vez en carne y hueso el milagro que es, para alguien que se ha pasado la vida escribiendo ficciones, encarnar por 
unas horas a un personaje de la fantasia, vivir la ficcion delante de un publico. Nunca podre agradecer bastante a mis queridos amigos, el director Joan Olle y la actriz 
Aitana Sanchez Gijon, haberme animado a compartir con ellos esa fantastica experiencia (pese al panico que la acompano). 

La literatura es una representacion falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. 
Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglifico que suele ser la 
existencia para la gran mayoria de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos mas dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como 
la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el mas aca y el mas alla del conocimiento racional. 

Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavia del animal, recien nacido el lenguaje que les 
permitia comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas rayos, truenos, grunidos de las fieras, a inventar historias y a contarselas. 
Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasia del contador, comenzo la civilizacion, el largo 
transcurrir que poco a poco nos humanizaria y nos llevaria a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, 
a escrutar las entranas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. 
Aquellos cuentos, fabulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una mœsica nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo 
donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un bano refrescante, un remanso para esos espiritus siempre en el quien vive, para los que existir queria decir 
apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar. 

Desde que empezaron a sonar en colectividad, a compartir los suenos, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, 
un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvio sueno, goce, fantasia y un designio revolucionario:
romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por 
despejar las incognitas de que estaba constelado su entorno. 
Ese proceso nunca interrumpido se enriquecio cuando nacio la escritura y las historias, ademas de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. 

Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: 
la ficcian es mas que un entretenimiento, mas que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espiritu critico. Es una necesidad imprescindible 
para que la civilizacion siga existiendo, renovandose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicacion y 
la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continua. Para que no pasemos de 
servirnos de las maquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. 
Y porque un mundo sin literatura seria un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de automatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: 
la capacidad de salir de si mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros suenos. 
De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destruccion masiva, de la vida tautologica de la tribu a la era de la globalizacion, las ficciones de la literatura 
han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignacion. 

Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginacion y los deseos, como esa vida de mentiras que anadimos a la que tenemos gracias a la literatura para
 protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dara. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a traves de nosotros,
 los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficcion, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechiceria que, al ilusionarnos con
 tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura 
introduce en nuestros espiritus la inconformidad y la rebeldia, que estan detras de todas las hazanas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones 
humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra sera siempre, por fortuna, una historia inconclusa. 

Por eso tenemos que seguir sonando, leyendo y escribiendo, la mas eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condicion perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de 
convertir en posible lo imposible. 


Estocolmo, 7 de diciembre de 2010.










Como quiere la tradicion, Mario Vargas Llosa firma una silla del Kafe Satir en el Museo Nobel (Estocolmo). Para ampliar esa informacion: Apartado dedicado a Mario Vargas Llosa en la pagina web oficial de los Premios Nobel (en ingles) Copyright FUNDACION NOBEL 2010 Se concede permiso general para la publicacion en periodicos en cualquier lengua desde el 7 de diciembre de 2010, a las 17:30 (hora sueca). La publicacion en revistas o libros requiere, a no ser que se trate de versiones resumidas, el consentimiento de la Fundacion. En todas las publicaciones de la conferencia en su totalidad o en su mayor parte es obligatoria la aparicion del copyright subrayado arriba.

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